sábado, 31 de mayo de 2008

vecinito con el uniforme del colegio opus dei y los ojitos saltones: lo que tú quieres hacerme, cuando me sonríes sobre tu bici, no tiene nada que ver con lo que yo planeo hacerte cuando te sonrío en calle.

domingo, 25 de mayo de 2008

1.- Cuando tenía tres años vivía en calle Chacabuco, en Castro y al lado vivían los Villegas. Una vez me invitaron a comer y había cazuela, o no sé, quizás sólo era maíz. La cosa es que a mi toda la vida (esos tres años) me habían dado el maíz en granitos, para no complicarme, supongo, y a ellos les daban la ¿mazorca se dice? entera, y yo no sabía cómo comérmela. Carlitos Villegas la agarró muy decidido y felipe, su hermano, también, así que yo hice lo mismo.

Todo esto da igual: lo que más recuerdo es que por la ventana entraba un haz de luz, a su cocina azul, marcado y perfecto, y nunca se me va a olvidar.

2.- Los Mabanpol eran unos campamentos para manadas y bandadas del sur de chile, en polincay, que queda cerca de Puerto Montt. A la vuelta yo venía con las zapatillas mojadas porque la camila aguilera las había tirado fuera de la carpa en la mañana cuando quiso ir al baño y yo venía un poco enojada por eso. Si no era a mi era a otra, y ya llegaríamos a la casa luego, pero venía cansada y tristona y casi me pongo a llorar sin razón (mis papás se habían separado recién, puede ser un eterno SIN RAZÓN a los nueve años) así que me cambié a un puesto del bus bien adelante para que nadie me viera si llegaba a arrancárseme una lágrima.
Mientras todas gritaban el bus empezó a ascender no tengo idea por qué, supongo que había una cuesta muy empinada. La cosa es que el cielo y el mar estaban del mismo celeste y no había manera de distinguir dónde terminaba el mar y dónde empezaba el cielo, o al revés.

3.- En quinto básico nos llevaron a las islas Butachauques, o algo así, con el colegio. Una era "Voigue", donde dormimos, y tenía sólo una sede de la junta de vecinos, una escuela, una iglesia que hacía las veces de posta y un par de casitas. El día en el que nos íbamos había mucho, mucho sol, y viento, claro está. Con la Mile Strika nos encontramos una estrella de mar que estaba teniendo estrellitas. Unas estrellitas ínfimas, demasiado chicas, que me daban nervio y parecían de juguete. No entendíamos nada porque pensábamos que todo eso era con huevos, pero ahí estaban, bonitas, chiquititas. Yo estaba que me hacía pipi, saltaba y no quería irme, para seguir viéndolas. Las metimos dentro de un frasco y destruimos todo el ecosistema.

domingo, 18 de mayo de 2008

feromonas

Me extraña (me sorprende positivamente) el tema de las feromonas. Me fascina (me tiene preocupada) que alguien pueda gustarte sólo por como huele, y que no puedas percibir ese olor conscientemente. Que vaya más allá del Ralph Lauren y del Benetton Sport, o del olor de tu casa (esa mezcla de madera, especias, perfume de mamá y glade toque, o lo que pueda haber en tu casa).